sábado, 5 de julio de 2008

A la renta extraordinaria argentina salud



Existe ya una Argentina de antes y después de la instauración de la tristemente célebre resolución Nº 125 que impone derechos de exportación con escalas móviles a las operaciones comerciales de granos. Un histórico punto de inflexión a partir del cual se paró el motor de la economía del país y se ingresó en un estrepitoso y vertiginoso estado de deterioro progresivo en materia de estabilidad económica, seguridad jurídica, credibilidad en las acciones del gobierno, paz social, funcionamiento institucional, imagen internacional, crecimiento y desarrollo del país, con caída de inversiones y empleos.
Un punto de inflexión que delimita las áreas que permanecían intencionalmente ocultas y confusas para el ciudadano , que interiormente pugnaba por la consolidación de un país en base a los postulados de la Constitución Nacional. Es cierto que la génesis del conflicto fue una “cuestión de plata”, pero esto no lo minimiza ni lo invalida, por el contrario contribuyó a desnudar una serie de reivindicaciones civiles siempre postergadas en aras de construir políticas autoritarias y hegemónicas en el manejo del dinero y del poder . La gente se sumó a la protesta del campo para decir basta a este sistema de gestión política.
Surge visible ahora a la ciudadanía una línea demarcatoria para elegir entre la libertad o la sumisión, entre el federalismo o el centralismo, entre el progreso o el estancamiento, entre la dignidad o la obsecuencia. El país representativo, republicano y federal al que aspiramos está lejos, una representatividad cuestionada por listas sábanas, el ser republicano desdibujado en la falta de división de poderes y un federalismo que se declama y no se practica, permanentemente esquilmando con transferencias de recursos generados en el interior.
La resolución 125 como un huracán asoló todo a su paso, con el agravante que puso en jaque el futuro. El crecimiento económico del país a partir del 2002 fue hecho “a pesar del gobierno” y no gracias a El como pregonan. El campo fue el gran actor. Los aumentos de los precios internacionales permitieron al campo invertir y producir cada vez mas y mejor, esto se dio hasta la aparición de este punto de inflexión, a partir del cual la renta del agro pasó a manos del estado.
Veamos un productor de 1000 has de soja que consiga los rendimientos promedio del país, o sea 28 quintales por hectárea, obtiene una renta de 35 u$s/ha. o sea 35.000 u$s/año. Le sirve para una 4x4. Le otorgan título de oligarca. Para un tractor no alcanza. La ostentación de riqueza virtual no está en la 4 x 4 como peyorativamente azuzan sus detractores, mire mas bien la cosechadora, eso es ostentación, nadie creerá que se trata de otro instrumento de trabajo . Para comprarla necesitará un rendimiento de 45 qq/ha. Esto es solo posible en la zona núcleo y en años afortunados. Mejor la contrata con el 10 % de lo producido.
El gobierno habla de aplicación de retenciones sobre una “Renta Extraordinaria” y acusa a los productores de no estar dispuestos a otorgar “una pequeña parte” de la misma a favor de la distribución de la riqueza y para contribuir a no encarecer el plato de alimentos de los sectores de menores ingresos.
Insólitamente o tal vez solapadamente a propósito, el gobierno confunde renta extraordinaria con ingreso extraordinario. La renta es la diferencia entre los ingresos y los costos, en base a esto la renta puede ser alta, baja, nula o representar un quebranto. Las rentas altas o bajas son de quien las produce, el impuesto a las ganancias internacionalmente adoptado en todas las economías gravan las rentas. El que mas gana mas paga, el que pierde no paga y desde aquí se redistribuye la riqueza. No les va mal, al contrario. Nosotros además de ganancias, tenemos las retenciones, estas no se coparticipan, pero las ganancias sí.
Para el gobierno otorgar una pequeña parte de la renta significa nada menos que el 47 % de los ingresos en “un solo impuesto”. Esa incautación sobre cualquier ingreso no es pequeña ni aquí ni en la China ni en Japón, tampoco en Zimbawe. Solo podría serlo en algunas mentes alucinadas o comprometidas con otros sectores de rentas extraordinarias que no son gravadas provenientes de actividades como la pesca, la banca, la minería, los fideicomisos, el juego y los casinos.
Respecto de validar las retenciones para proteger el precio interno de los alimentos no deja de ser otra falacia argumental que el gobierno utiliza como eje de muchos discursos. Según el filósofo griego Sócrates,“La única verdad es la realidad” y la realidad es que desde el 2002 los derechos de exportación vienen aumentando del 10 al 20 primero, del 23 al 27 después, mas tarde al 35 y ahora superan el 44 % y los precios de los alimentos en el mercado interno en vez de bajar, siguen subiendo. La formación de precios se explica por los costos y márgenes de toda la cadena agroindustrial, no solo para el primer eslabón de la cadena, tanto para el caso de la harina, el pan, los lácteos, la carne etc. Asimismo los países vecinos sin retenciones tienen precios en las góndolas similares a los nuestros.
El congreso tiene en sus manos la posibilidad de arreglar el conflicto, allí se conjugan disciplinas partidarias con lealtades y responsabilidades de funciones que son inherentes al desempeño como representantes del pueblo. Cualquier modificación en el proyecto presentado para ratificación de la res. 125, será equivocadamente tomada por el gobierno como una derrota. Dice Maquiavello que tu enemigo te odiará con igual intensidad independientemente de si tu ofensa ha sido por mucho o por poco. Entonces si los legisladores afines al gobierno piensan modificar solo en parte el proyecto presentado, serán igualmente considerados como adversarios por quién los disciplina. Sería conveniente entonces que el congreso suspenda la resolución por 6 meses mientras se discute una nueva política tributaria o se proponga una escala no mayor al 33 % por el plazo de un año.
Ratificar la res. 125 como está presentada no soluciona el conflicto ni el problema de la producción. Podrá salir por ley pero será inconstitucional por el monto confiscatorio de la alícuota y será como hasta hoy impracticable porque destruye los mercados de futuro y cercena las posibilidades de seguir produciendo en crecimiento. Podríamos proponer sacar por el congreso una ley que establezca el fin de la pobreza y la inflación, que desaparezca la crisis y que todo el mundo sea feliz. No obstante, una vez promulgada nada cambiará la realidad. El problema persistirá con idéntica magnitud, con ley o sin ella.
En la siembra el productor, en la cosecha el Estado, en los costos el productor, en los ingresos el Estado, en el esfuerzo y la austeridad el productor, en la demagogia y el vilipendio el Estado. Creen que pueden seguir conjugando esta fórmula indefinidamente en el tiempo, por eso brindan con un “A la Renta Extraordinaria Argentina Salud”. Perdónalos Señor, no saben lo que hacen.

Jorge Guido Ugolini
Ingeniero Agrónomo
Sociedad Rural de Rosario
Presidente

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