viernes, 11 de septiembre de 2009

Para darse cuenta



Que los productores de todo el mundo han demostrado que, si les dan oportunidad de producir con modernas tecnologías (semillas, fertilizantes, etcétera), no sólo pueden terminar con el hambre, sino también con la pobreza.


Que la solución está en trabajar, investigar, invertir y difundir cómo producir cada vez más alimentos en vez de regalarlos.


Que afortunadamente el Grupo de los 8 lo ha comprendido y resolvieron –en L´Aquila, Italia– destinar 20 mil millones de dólares en ese sentido. Ayudarán a los productores de escasos recursos a acceder a herramientas como mejores semillas y fertilizantes, y ayudarán a las naciones pobres a alimentarse.


Que en L´Aquila cambió el “panorama político” –especialmente en Europa– que impartía dudas infundadas sobre las herramientas agrícolas obtenidas a través de la ciencia moderna como, por ejemplo, el maíz biotecnológico.


Que aún persiste alguna cultura popular que “romantiza” los productos orgánicos, que no son otra cosa que el resultado de la aplicación de antiguos métodos ineficientes de producción, que evitan los fertilizantes y pesticidas. Las personas deberían poder comprar alimentos orgánicos si así lo desean y si disponen de los medios, pero no a costa del hambre del mundo.


Que no hay que olvidar que 25.000 personas mueren por día como consecuencia de la desnutrición.Que la humanidad no debe distraerse de su objetivo principal: alimentar al mundo.Que alcanzar la productividad agrícola actual de 6.000 millones de toneladas, llevó 10.000 años, y que en la actualidad la consumen las 7.000 millones de personas que habitan la Tierra, aún con los problemas conocidos.


Que para 2050 se estima que habrá 3.000 millones de bocas nuevas que alimentar, y teniendo en cuenta el crecimiento y la prosperidad, será necesario duplicar la producción de alimentos.Que para 2050 será muy limitado el incremento de la superficie cultivada, y asumiendo el impacto del cambio climático, resulta prioritario tomar conciencia de la “necesidad critica” de impulsar continuas inversiones publico-privadas, en búsqueda de tecnologías eficientes de producción agrícola, con el fin de “terminar con la pobreza extrema” y “evitar la mayor tragedia humana de la historia”.


Que mientras en los últimos 20 años el aumento de la productividad de los cultivos de maíz y soja ha sido de 40% y 30%, no ha ocurrido los mismo con el arroz y el trigo, dos productos que la humanidad consume directamente. Esto ha tenido que ver con la inversión que se ha realizado en uno y otro caso.


Que la civilización, tal como la conocemos, no podría haber evolucionado, ni podría sobrevivir, sin un adecuado suministro de alimentos. De modo similar, la civilización que nuestros hijos, nietos y las futuras generaciones conocerán, no evolucionará sin acelerar el paso de la inversión y la innovación en la producción agrícola.Que es con mejores semillas y fertilizantes, y no mitos románticos, como se podrá alimentar al mundo.