viernes, 19 de septiembre de 2008

¿Un nuevo orden en el negocio agrícola?


Los actores se organizan en redes dinámicas y de una complejidad creciente.



Productor. Chacarero. Cerealista. Contratista. Distribuidor. Acopio. Agronomía. Profesional asesor. Semillero criador. Multiplicador.
Durante décadas, la producción agrícola argentina estuvo medianamente organizada en distintos actores fácilmente distinguibles.
Estaba el que proveía los insumos, el que los distribuía, el que los utilizaba y obtenía el grano, el que compraba el grano o lo almacenaba, el que lo utilizaba o lo exportaba.
Pero el conflicto rural sacó a la luz una realidad mucho más compleja que la instalada en el imaginario social.
Quedan productores y quedan acopiadores. Contratistas y distribuidores. Criadores y multiplicadores.Pero simultáneamente todas estas funciones comienzan a mezclarse con los actores. Sembrar y producir granos no sólo está en manos del chacarero, como la persona física asentada en el medio rural.
El que acopia también puede sembrar, dar servicio de maquinaria o asesoramiento agronómico.
El productor incluso puede multiplicar semilla o comercializar semilla (inscribiéndose como corresponde ante el Inase).
Los límites entre los actores se vuelven difusos; los roles se entremezclan, y definir categorías se torna una tarea cada vez más difícil.
Buena parte de la dificultad en la resolución del conflicto agropecuario estuvo basado en el no reconocimiento de esta realidad.
Supuso una organización de la agricultura que no se condice con los hechos. Por eso hasta el momento no se ha podido pasar mucho más allá de dar marcha atrás con una resolución que a todas luces fue una torpeza.
Lo que aparece a lo largo de esta pampa húmeda productora de los grandes cultivos extensivos son nodos de coordinación de agronegocios.
Digamos que en cada localidad (cabecera de partido) de la región aparecen uno, dos, tres o cuatro de estos organizadores de negocios.
Puede coincidir con lo que alguna vez fue un cerealista, una administración agrícola o un productor.
Allí confluyen los viejos actores en busca de oportunidades para sus capacidades empresarias.
Entonces surgen negocios de los más diversos y con distintos grados de complejidad, donde cada uno hace un aporte y se lleva su parte.
Es una idea mucho más sofisticada que la del pool de siembra, una construcción semántica que sólo sirve para demonizar a jugadores del agronegocio que son mucho más que eso.
Una red de este tipo puede partir de acuerdos con dueños de campos, contratación de técnicos con el know how de producción, alianza con procesadores, producción propia de la genética y hasta exportación.
El problema de estos tiempos surge precisamente de las tensiones entre las viejas y las nuevas formas de la agricultura, que conviven en una situación de alta complejidad.
De las entidades de "productores", posiblemente sea Coninagro, por su matriz cooperativa, la que más anclaje tenga en esta realidad compleja.
De las otras tres, especialmente CRA y FAA están realizando un corte horizontal en la cadena de valor de los granos al erigirse -como lo hacen desde sus inicios- en representantes del productor.
Es evidente que esta tensión está lejos de resolverse. Lógicamente, determinados reclamos aglutinan a todos los actores y/o sus nodos de negocios. La 125 fue el más claro ejemplo.
¿Puede construirse "el día después" en materia de propuestas de políticas agropecuarias sin tener en cuenta el nuevo orden -o desorden- que se está dando en el agronegocio local? Un tema que importa tanto al ruralismo como a los planificadores de la política.


http://www.infocampo.com.ar/0/15552/

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